Alex Krishna está generando un ritual de guerra para enfrentar dos exigencias del existir: Nombrar, y aceptar. Con la firmeza del ritmo y la agudeza de las metáforas-en-progresión, este creador quiere invocarlo todo.
Sus verbos apuntan hacia el sentido como en la fórmula del embrujo. Y es claro, su voluntad es inspirativa. Quiere ser espiritual. (Yo también). En sus poemas, la estructura sufre ante tanta presión poética, porque tiene la sagacidad de entorchar-se y liberar; como el viento.
Casi no hay naturaleza abierta en su textualidad; todo es situación del algo, o del quién. Así va conformando este documento enguerrecido que se debe leer con fuerza; detrás del grito, o desde la memoria pausada, pero nunca desde la razón cordial: Porque nos enseña que para vivir, hay que agarrarse al propio cuerpo; como un recuerdo.
Luis Ramaggio