La poesía de Luis Gómez Ovalle realza el sentido espiritual y necesario de la experiencia poética.
Es, a su vez de santuario de resiliencia, un claro que trasluce el juego de la palabra, conduciéndola a través de tradiciones y música, símbolos e imágenes:
el mundo pintado
a través de los ojos
del poeta.
Kintsugi recoge el momento exacto en el que el alma se reconstruye.
El oro es palabra.
La nueva forma es el poema.